En la posguerra entramos en fase de transición. De una parte seguían visitándonos docena y media de familias en busca de las virtudes de la Vitoria de siempre. De otra, los antiguos balnearios habían entrado en crisis definitiva. Por contra, aumentaba el turismo en villas y pueblos, en creciente concurrencia con la capital. Pero sin duda el gran cambio fue el paso del turismo nacional al extranjero.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la ciudad se fue viendo frecuentada por grupos de turistas extranjeros que, de paso hacia Burgos o Madrid, gastaban unas pocas horas en la ciudad. Al contrario que la colonia veraniega, el turismo extranjero buscaba historia y tradición, volviendo la mirada hacia la antigua Vitoria, antes desdeñada.
Lo cierto es que la situación estratégica de la ciudad traía turistas, atendidos por las delegaciones locales de las agencias de viajes, a los que no se podía retener mucho más de unas pocas horas. “Contemplamos su paso como se deja correr el agua, sin aprovechar su energía”, se lamentaba un perspicaz analista local en 1949. En la prensa eran frecuentes las noticias del tipo de esta de Pensamiento Alavés (1947): “Es curioso que las expediciones de turistas extranjeros o españoles siempre se paren en Vitoria para desayunar no más (...) ya se sabe, o han estado en Burgos o van camino de San Sebastián (...) no esperaban encontrar ciudad tan bonita y tan nutrida. Y no se cansan de hacer compras...”.
Nunca había faltado en la ciudad debates sobre la necesidad de promoción del turismo, y de adecuación a los tiempos de la oferta existente. Se echaban en falta infraestructuras, hoteles, una oficina de turismo, y folletos, guías y material de propaganda, con los que apenas se contaba todavía. Al menos, se abrió el Museo Provincial en 1941, pero no cabe duda de que en conjunto todavía estábamos lejos de una comprensión moderna del turismo.
Por último, y para cerrar la década de los años 40, señalar una nueva serie de visitas guiadas, las que se ofrecían todos los veranos a los estudiantes de los cursos de derecho internacional.
Javier de la Fuente